La consejera de Fomento y Vivienda de Andalucía, Elena Cortés (del partido del oxímoron, Izquierda Unida), ha propuesto este jueves, en el Parlamento andaluz, una “quita” para todas las hipotecas. O sea, en vez de regalar dinero de todos los ciudadanos españoles o europeos a los bancos directamente, destinarlo a pagar las hipotecas.
Eso también se me ha ocurrido a mí y no hay que ser ningún genio para darse cuenta, al minuto, del agravio comparativo que se hace a las familias que sí han pagado sus hipotecas, como mis padres, que han sacrificado de todo por cumplir. Y han cumplido. Me parece injusto que con la excusa de la crisis pueda haber gente que, pudiendo pagar, no lo haga y se quede con la casa por la mitad. No hijo no. Eso significa regalar el dinero público no a los bancos, sino a gente como la difunta Amaia que dejó de pagar porque sí y a espaldas del marido, como se sabe ahora.
Lo que ha dicho Elena Cortés es una barbaridad, pura demagogia.
Pero hay cosas que sí se pueden hacer. Por ejemplo, que el Estado compre esas viviendas, pague a las familias la diferencia (lo que ya han pagado) y el Estado las destine a alquiler de esas mismas familias hasta su amortización, momento en que podría venderlas a precios sociales. Hay leyes que estorban, pero sobre todo no hay voluntad política (o sea, cojones) para hacerlo.
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