9.11.05

¿Arde Amiens?


Amiens, la ciudad natal de mi madre, ha salido hoy en la tele española. Ni el Tour de France ni la catedral gótica ni Jules Verne (que vivió y trabajó muchos años en la ciudad) han tenido nada que ver con ello esta vez, por desgracia.

Ayer mismo, mientras mi madre hablaba por teléfono con su hermana Brigitte (que vive allí), se oyeron dos explosiones, varios disparos de armas de fuego y sirenas de policía y bomberos, por este orden.

Hay disturbios en Francia. Incluso en las ciudades relativamente pequeñas y prósperas, como Amiens. Recuerdo el ambiente de integración hace quince años, recuerdo el mercado, y me parece increíble.

Me he estado acordando de Fuga para una isla, de Christopher Priest. Muchos han acusado al autor de ser un racista por esta novela. En mi opinión, no lo es. Priest intenta que cada lector extraiga sus propias conclusiones, deja lugar a la interpretación. Y ésta puede ser muy variable. Le encanta jugar con la subjetividad del lector.

De todos modos, la realidad ha acabado dándole la razón, en lo básico. El futuro que imaginó se ve realmente cercano, terriblemente próximo.

Hace unos meses, a mi tía Brigitte, que vive en el corazón del antiguo barrio obrero, hoy convertido en barrio argelino, la atacaron salvajemente, en plena calle, unas mujeres musulmanas, golpeándola y llamándola "puta". ¿Por qué? Porque no llevaba pañuelo ni velo.

¡Toma integración!

¿Soy racista? No. Me limito a contar un hecho real.

Lo peor es que la extrema derecha francesa, que es muy fuerte, ganará posiciones con todo lo que está pasando. Alemania no era más racista que Francia cuando Hitler ascendió al poder. Huelo campos de concentración y deportaciones masivas, huelo guerra civil racial, me acuerdo de Fuga para una isla y me acojono.

También me acuerdo de El Ejido, hace cinco años. ¿Nada que ver? Yo creo que sí.

Entonces escribí un artículo sobre el tema. Me parece que sigue vigente (se ha demostrado, desde luego, la inutilidad de la Ley de Extranjería) y se puede aplicar hoy a los dirigentes del país vecino, aunque hay que reconocer que ningún gobierno europeo (excepto Holanda, quizá) se ha esforzado más que Francia por paliar los efectos del choque sociocultural provocado por la inmigración masiva de extranjeros de origen musulmán (con sonante dinero e ingentes recursos destinados a acción social, incluyendo a mi prima Sylvie, que acabó con depresión por los continuos desprecios de la gente a la que intentaba ayudar).

Aún así, los recursos destinados a solucionar este problema no han sido suficientes. El problema tenía tal dimensión que era sencillamente insoluble. A lo más que se podía aspirar, llegado el “punto sin retorno”, era a aliviar los síntomas. Pero en los últimos años, al parecer, los sucesivos gobiernos de derechas han descuidado el asunto, perdiéndose el difícil equilibrio que se venía manteniendo. Ahora todos los franceses (de cualquier origen, raza y religión) pagan las consecuencias. Ojalá que las paguen también los malos dirigentes en las urnas.

Que los políticos españoles vayan tomando nota.




ARRIBA Y ABAJO

Quizá el egoísmo sea una opción ética errónea... pero es la más popular, por más que tanto hipócrita la rechace. En el momento de la verdad, sólo los débiles o los imbéciles subordinan la propia supervivencia a la costumbre ética establecida, dice el egoísta extremo, el que sólo piensa en su propio bienestar.

El propio interés es el motivo vital natural en el ser humano. Un interés propio racional, bien entendido, forzosamente deriva en generosidad e interés por los demás. Como demostró Butler, es falsa la oposición entre egoísmo y altruísmo: un comportamiento de tipo “hedonista egoísta” puede resultar perjudicial para el individuo, tanto como centrarse en el propio bienestar sin consideración de los demás, pues si todos fuéramos egoístas hedonistas llegaríamos, como advertía Hobbes, a una “guerra de todos contra todos”; tan pronto como el interés propio se convierte en la regla suprema, pone en peligro su propio fin, la felicidad personal. Para mitigar este peligro, tenemos un Estado de derecho, unas leyes. Así, al menos, si no obramos moralmente, lo hacemos conforme al deber.

Si os fijáis, los problemas de El Ejido y de otras zonas de conflicto social tienen su raíz en un conflicto de intereses, en un ámbito social insuficientemente protegido por el Estado de derecho. Ha habido una clara negligencia política al no disponer los instrumentos necesarios para asegurar los derechos de todas las partes implicadas; sin un gobierno efectivo de la ley, aplicada con el mismo rigor para todos, es lógico que la situación haya derivado en violencia, tal como predijo Hobbes. El racismo, la xenofobia, no son los males primeros; son subproductos de ese gran mal que tiene su origen en la negligencia de los poderes públicos. Desde aquí, yo denuncio al Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales y a la Presidencia del Gobierno por no asegurar como es debido el bienestar de TODA la sociedad, sino sólo de una parte; al primero por no planificar correctamente sus acciones conforme a sus medios y a la segunda por escatimar los medios que el ministerio no exige como debería. Acuso a ambos de negligencia grave. Y los condeno como principales culpables de los desórdenes acaecidos últimamente.

No basta con apelar a las costumbres éticas de moda; hay que poner los medios para frenar a quienes pretendan poner su propio interés por encima de las leyes, y ello incluye nuevas leyes si se comprueba que las actuales se muestran ineficaces..., aunque dudo mucho que las leyes actuales se estén aplicando con la debida escrupulosidad. Habría que asegurarse de ello antes de precipitarse a la búsqueda de otras nuevas (Ley de Extranjería).

Jean Mallart, 13 de febrero de 2000.

13.10.05

Condiciones de "copyright"...


Releyendo un viejo relato de Antonio Ortiz Carrasco en el que aparezco como personaje (dentro de su jocoso serial Amanecer albiceleste), he encontrado esta irónica cita de un texto mío, que yo había olvidado. Me ha hecho bastante gracia, aunque esté mal que yo lo diga. :-))

Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita y sellada con sangre humana de los titulares del Copyright, bajo las sanciones establecidas en el Código de Hammurabi, la reproducción parcial, total, en porciones, en lonchas, a cachitos pequeñitos, con mahonesa o con mostaza de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía, el grabado en obeliscos, el tratamiento informático, el tam-tam en cinta casete y la fotografía de señales de humo y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo públicos sin suplicar de rodillas y con un polvorón en la boca (con azúcar glace) a los titulares del Copyright (ya saben quiénes).

© Jean Mallart

¡Ya sabéis! :-D

1.10.05

Las aventuras de Chatran (Koneko monogatari)


Esta tarde he pasado un buen rato viendo la televisión, algo realmente insólito en los últimos tiempos. En un canal local (Canal 8 DM) han emitido una curiosa película japonesa, de 1986, protagonizada por un gato, un perro y varios animales más. El reparto incluse dos osos, varios cerditos, un cervatillo, un tejón, un zorro...

Se trata de Las aventuras de Chatran, escrita y dirigida por Masanori Hata. Mirando en Internet compruebo que es una película de culto. No me extraña.

Anterior en dos años a la famosa El oso, de Jean-Jacques Annaud, que juega con las mismas armas y parece haberse inspirado en ella en cierta medida, Las aventuras de Chatran narra la historia del gatito Chatran y el perrito Pousquet.

El gato ChatranAmbos se crian juntos en una granja de Hokkaido y son casi como hermanos. Un día, jugando al escondite, Chatran se esconde en una caja junto al embarcadero del río. A Pousquet le cuesta un rato dar con él. Por fin lo consigue pero, justo en ese instante, la corriente empieza a llevarse la caja y la arrastra río abajo, llevándose a Chatran muy lejos. Pousquet viajará incansablemente en busca de su amigo.

Afortunadamente, he podido disfrutar de una copia traducida directamente del original, sin los chistes idiotas que infestan la versión americana, titulada Milo y Otis (hasta los nombres han cambiado). Poesía visual y también literaria; cada capítulo comienza con un bonito poema recitado por una agradable voz femenina.

Ideal para los niños pero muy disfrutable por el “niño interior” que muchos adultos llevamos dentro (especialmente yo, que soy poco más que un niño barrigón con barba y canas), Las aventuras de Chatran es capaz de enternecer a un velociraptor. No censura el lado duro de la vida; el pobre Chatran las pasa canutas; los niños pueden aprender valiosas lecciones viendo la película. Pero también tiene momentos para el humor; es un canto a la amistad entre seres diferentes, a la lealtad y al poder de la vida. Además, está rodada con la típica sensibilidad japonesa a la hora de retratar la naturaleza de aquel país, que se muestra aquí en todo su esplendor.

A lo largo de los cinco años que duró el rodaje, vemos cómo fueron creciendo los protagonistas hasta tener sus propias familias. El mensaje final: ¡La vida es maravillosa! Uno llega a creérselo. ¡Qué bonito es todo!, etc.

En fin, una joyita.

Por cierto, debe de funcionar de fábula (nunca mejor dicho) con las chicas; me sé de una que habría caído en el bote nada más empezar a salir los créditos finales. Ay, qué pena no haber podido grabarla...

P.S.: Hay rumores de que un montón de animales, varios gatos, perros y, por supuesto, ratones y peces, fueron maltratados e incluso murieron. Son eso, rumores. No hay pruebas fehacientes de que murieran gatos o perros durante la producción. Si queréis creerlo o no es asunto vuestro; yo no me voy a pronunciar al respecto porque desconozco lo que ocurrió. Pero sí opino que el resultado artístico es independiente de los medios empleados para obtenerlo. Si Masanori Hata es una especie de Herzog a la japonesa no es algo relevante para hacer una valoración artística de su película.

13.8.05

Para Juan Chapero, «Chapi»

Pocas veces visita la sonrisa el barrio bajo de mi rostro, todo humo y hormigón desarmado, geranio polvoriento y roto, estridencia sobre el asfalto, encajado en un gesto hosco cuando nadie me mira, ceñudo, hasta que descubro un rostro amigo que me mira con ojos preocupados por mi mirada de mierda de perro, modelo point blank; entonces viene a mis labios apretados la sonrisa, como una ambulancia del Samur, a tranquilizar a la persona amiga, a desmentir los rumores de odio al universo que la tensión de mis músculos faciales empezaba a divulgar en el espacio entre nosotros.

Pocas veces visita la sonrisa el barrio bajo de mi rostro sofocado, húmedo por el sudor que la recorre y la recubre como una lluvia de verano, transfigurado por la soledad en involuntaria imitación de Hyde, bilis con nariz, ojos, perilla y dientes apretados tras los labios curvados por la rabia; entonces, a veces, recuerdo a Carmen, su cuerpo apretado contra el mío, el arrullo de su voz cascada por el tabaco. Recuerdo la última anécdota de mi hermano, los cariñosos insultos de mi hermana. Recuerdo a mi último maestro friendo lonchas de bonito en su jardín, con aquel delantal. Y la sonrisa vuelve, atraída por el dulce olor de los recuerdos.

Pocas veces visita la sonrisa el barrio bajo de mi rostro oscurecido por el anochecer del gozo por vivir. Leo y, a veces, la vieja sonrisa vuelve, pescadera ambulante, cartera, repartidora de pan y leche en el barrio maldito de mi rostro huraño. A veces, sin embargo, no tengo qué leer; entonces recuerdo los buenos momentos que pasé leyendo; leyendo libros, leyendo artículos, leyendo mensajes en Usenet. A veces rememoro tus palabras y vuelven a brillar como estrellas, surgen de mi memoria regando grietas y adoquines, frescas, limpias, hilos de trefilería de agua suave que lava con ternura inmanente los geranios de mi alma, templando el ambiente. Y la sonrisa llega. Y yo me alegro.

Gracias, tocayo, paisano, por eso y por seguir.



[Mañana os contaré algo sobre este humorista cántabro, cuyos relatos podéis encontrar trasteando un poco en Google Groups.]

8.8.05

Mi poesía (II)

PARTE METEOROLÓGICO

viniste, caricia alegre, con el anticiclón postrero;
fuiste primero brisa, luego viento del sur
que trocó mi silencio frío
en poemas y paseos por el puerto,
helados de vainilla y castillos de arena;
entonces, voluble, rolaste a sudoeste,
formando torbellinos, y mi alma dio vueltas
entre deseos gastados, deslucidos guiños,
sonrisas secas y besos marchitos
hasta que rolaste a oeste, fuerte,
cubriendo con nubes negras las incipientes estrellas
y te fuiste; te ausentaste de mi vida
y llovió en mi corazón.

* * *

Los eritrocitos escarlatas
transitando las sanguíneas vetas
en turbas estrepitosas
cuando diviso tu rostro al sol:

UN SÍNTOMA DE AMOR.

* * *

PSEUDO-HAIKU

Mi orgasmo:
una garza despegando
del mástil de un junco.

* * *

3 PSEUDO-GREGUERÍAS

I.
En la oscuridad, los dígitos del reloj
brillan como los ojos de un gato eléctrico.

II.
En invierno, los tragaluces pasan hambre.

III.
El abejorro es el violador de las flores.

* * *

AMNESIA

Sigo, solo, como un moderno Teseo,
armado de deseo al voraz asesino
que habita devorando rostros marchitos,
vivencias y descuidados nombres
en el centro de mi memoria.

Ebrio de ansiedad maldigo a las inocentes sombras
(nuevamente han caído sin ruido
desde la destellante oscuridad, atraídas
por el brillo de las sonrisas queridas
y se han llevado mis recuerdos).

No
   sé
      ya
         por
            qué...


Yo los dejé morir.

* * *

Ego sum...
La rana en su nenúfar
esperando
a que pase la libélula.
El hijo caníbal.
La sombra suicida.

EL DEMIURGO DE LA NADA.

* * *

HENRY MILLER

Henry Miller escribió que le gustaría estar sentado en una hoja de nenúfar y croar todo el día.

A mí también me gustaría.




Pero hay caimanes en el estanque.

* * *

DOLCE FAR NIENTE

dorado hastío de nenúfar, exilio,
limbo donde el presente agoniza;
desfile de amaneceres y ocasos
apenas percibidos, pasando sin ruido.

los caimanes descansan o me ignoran.
(¡por fin!)

* * *

UN CONSEJO APACIGUADOR

Hay palabras que hieren
y heridas que hablan.

Que tus mensajes sean heridas que hablan,
no palabras que hieren.

* * *

BEATRIZ

Me gusta verte caminar por el bordillo de la acera.
Tus piernas bailan y fluctúan
como envueltas por el aire caliente del desierto.
Tus piernas parecen gasas que la brisa agita
cuando caminas sobre el bordillo de la acera.
Un maëlstrom de suave carne envuelta en blanca seda
son tus piernas cuando bailan y giran y se retuercen
como humo azul de un cigarrillo.
Tus piernas son, sí, volutas vivas
cuando caminas sobre el bordillo de la acera.

* * *

BRUJAS, BÉLGICA

Cada vez que beso tu imagen
en aquella foto que me obligaste a hacerte
sentada en la barandilla del puente
junto a aquella Virgen de Miguel Ángel,
con los pies colgando a varios metros
de la barca que pasaba por debajo cargada de turistas
que os miraban embelesados a través del objetivo de la cámara,
como yo te miraba
para enfocarte, apretar el botoncito
y, años más tarde,
besar tu imagen
en aquella foto que te hice
sentada junto a la Virgen en aquella barandilla sobre una barca llena de turistas,
lloro como un niño que ha perdido a su perro para siempre
y está enterrándolo en su jardín.

* * *

NOCHE LLUVIOSA EN EL ALMA

Hola, tristeza. ¡Por fin llegaste!
Pensé que no vendrías,
como aquella vez
en que imploré en vano tu favor.

Fue una noche lluviosa en el alma aquella noche.
En el umbral del día mi vida yacía húmeda y desnuda
junto al estanque de los cisnes, allá en el parque
donde nos vimos tantas veces,
y el naciente sol vertía su aliento
sobre las gimientes ramas de los robles.

Allí te esperé, tristeza.
Cansado, confuso y herido,
anhelando tu presencia,
temblando de fiebre y frío.

Tendido en el duro suelo,
aguardé hasta que el cielo
comenzó a resplandecer.
Te llamé a gritos, supliqué,

seguí tu rastro desesperado.
Anduve luego ansiando tu abrazo,
pero habías huido; llegó el alba
y el sol disipó las nieblas de mi alma.

Entonces fue ya
demasiado tarde.

Y hoy vienes a mí,
como una esposa,
solemne, perezosa,
a acariciar con tus dedos fríos
mi vieja cicatriz.

Sí, tristeza; verte me agrada,
aunque sea para aliviar mi soledad.

Nunca es tarde
si la pena es buena.

* * *

RITA

Como la termita en el tronco, va socavando mi alma
tu verde mirada.
Los glaucos mares agitados de tus ojos
quieren hacerme Robinsón enamorado,
náufrago en tu boca,
caníbal de tus labios,
Ícaro caído en tus brazos,
Ulises
llegado a tu vera en la tormenta.

* * *

RSVP

La ecuánime y siempre sensata buena sociedad
le invita
a pudrirse en su chabola.
Habrá croquetas y canapés de cucaracha.
Se entregará un bonito trofeo
al más pobre de todos.
Un trofeo de pan, para que pueda comérselo.

* * *

ZONA DE PLAGA

La ciudad, bullendo como un viejo cadáver.
Fluente corriente de gente muerta en las aceras.
Caminando,
llamando a un taxi,
hablando por sus móviles
y evitando tus ojos al pasar.

Su parto fue un sacrificio.

La ciudad, desgarrada por un niño cruel
con una navaja de afeitar.
Hileras de película sumergiéndose en el asfalto
frente a ti.

* * *

RECAÍDA

no hay consuelo en tu recuerdo;
sólo la certeza de tu ausencia.

demasiadas veces tus ojos me adoran en sueños;
demasiadas veces mi nombre vuelve a mi oído en tu voz.

en el olvido, la paz y el descanso
de los muertos.

yo vivo, siempre recordando.

nadé en tu orilla. luego, mar adentro.
una vez contemplé las formas de tu alma.

como acaba todo, todo acabó.

mi memoria es la ruina por donde vagan
nuestras vivencias compartidas en descomposición.

6.8.05

Mi poesía (I)

Empecé a escribir poesía a los 17 años, en 1988, fuertemente influenciado por la obra de Jim Morrison (sí, el cantante de The Doors), concretamente por Los señores: Notas sobre la visión y Las nuevas criaturas --aparte de sus canciones, claro--. La mayoría de los pocos poemas salvables de esa primera etapa mía son “morrisonianos”; entre 1989 y 1991 escribí unos doscientos, casi todos infumables; en el 90% de los casos la palabra “poema” no les cuadraba más que como descripción aproximada. Pero estaba aprendiendo. Algunos han sobrevivido a la quema, como el de los eritrocitos escarlatas que tantas veces he recitado, y otros los reelaboré años más tarde durante un periodo de sequía creativa.

Luego, entre 1992 y 1994, tuve una etapa de lenta maduración en la que fui puliendo mi estilo y olvidándome poco a poco de Jim Morrison. Los engendrillos que escribía antes fueron creciendo y convirtiéndose en poemas. Poemas malos casi todos, pero al menos merecían la denominación.

A finales de 1994 fui a Fuerteventura a hacer la “mili”. Tenía mucho tiempo libre y en Puerto del Rosario no había gran cosa que hacer. Pasé largas horas oyendo gemir al huracán y ladrar los perros en la biblioteca, sorprendentemente bien surtida de poesía (para ser un Tercio de La Legión). Hice lo que antes no me había atrevido a hacer: leer poesía.

No lo había hecho antes por miedo a las influencias. Ya había pasado por Jim Morrison y Dámaso Alonso (que me afectó profundamente en 1993, cuando leí por casualidad su perfecto Insomnio en el diario “El País” --esa misma tarde fui corriendo a comprar el libro, Hijos de la ira--) y no quería “contaminarme” otra vez. Aunque teñido aún por cierta cursilería, yo tenía ya (después de tres años de escribir sin descanso, cada vez un poquito mejor) un cierto estilo, y era mi estilo (bueno, y de Dámaso Alonso). Pero en el Tercio se aburría uno tanto...

Primero me leí todo lo que tenían de terror y ciencia ficción (sobre todo terror), luego las novelas policiacas, luego las eróticas, luego a Mark Twain (maravilloso) y por fin tuve que recurrir a lo poco que ofrecía la librería local, que en poco tiempo se quedó en nada. No tuve más remedio que ponerme a leer poesía. :-))

Empecé por el Canto a mí mismo de Walt Whitman en la maravillosa versión de León Felipe. ¡Buen comienzo! A los pocos días escribí un par de poemas “whitmanianos”. :-)) Luego leí una antología de poesía española y al poco tiempo me vi escribiendo poemas “machadianos”, “juanramonianos” (de la etapa de su viaje a Nueva York), etc. Yo me daba perfecta cuenta de ello, pero no podía evitarlo, sólo lamentarme pensando: «¡Lo sabía!, ¡sabía que me iba a pasar!» Pero la verdad es que los poemillas no eran demasiado malos... En fin, decidí tomarme un descanso literario y me puse a dibujar. En lo que me quedó de “mili” sólo escribí dos poemas más, uno romántico, por encargo de tres cabos a cambio de un cartón de Marlboro (el poema salió en La Gramola de M80 Radio), y otro, por amistad, a un compañero torero que tuvo que irse del Tercio un poco antes de lo normal para hacer una gira por Sudamérica (el tudelano Alfredo de la Ribera, una de las mejores personas que he conocido).

Cuando me pareció que ya había asimilado como es debido todas mis vivencias y lecturas de La Legión, volví a escribir. Fue mi segunda etapa, que podríamos llamar “de transición”. Muchos de esos poemas (1995, por ejemplo, y los que llevan nombre de mujer) están en mi antigua web y todavía hay dos o tres que no me disgustan demasiado. :-))

La aparición de tres colecciones de libritos ultrabaratos al mismo tiempo (Alianza 100, Mitos Poesía --de Alfaguara-- y Colección Poesía --de Plaza & Janés--, a 100, 350 y 395 pesetas) volvió a despertarme el apetito lector. Leí a Neruda, a Bukowski, a Ginsberg, a Ezra Pound, a Gil de Biedma, a Pere Gimferrer, a Oscar Wilde (impresionante La balada de la cárcel de Reading, que ya había leído en la mili) y, finalmente... a Jim Morrison (Una plegaria americana). :-)) Se cerró el círculo, lo absorbí todo como una esponja, sin mancharme, lo digerí todo y empecé a soltar lo mejor de mi poesía; era mía, y a veces era buena.

Hoy, de todos aquellos poemas y poemastros, salvaría poco más de diez. Me he vuelto muy exigente a medida que me acercaba a mi acmé. :-))

Los colgaré aquí en mi próximo envío (tengo que seleccionarlos). Espero que os gusten.

25.7.05

Caveat emptor!

No sé quién escribía hace poco (creo que fue en El Mundo) que hay que tener cuidado con lo que uno anda diciendo en Internet, porque eso queda registrado forever and ever y más tarde se puede lamentar, no se podrá negar... y no sé qué más. [Tras investigar un poco veo que ha sido Cervera en su blog «Retiario»; el título de la entrada, Sobrevivir a Google.]

¡Menuda gilipollez! Para empezar, en Internet se miente más que se teclea. Yo mismo, en Internet, he mentido más que Pinocho en sus buenos tiempos de crecimiento nasal uniformemente acelerado. Hacía mi papel de Jean Mallart, que es un fantasma de cuidado. (Sí, «Jean Mallart» es un personaje de ficción, intentaré explicároslo un año de estos.) La mitad de las anécdotas me las inventaba directamente. Tengamos en cuenta que empecé a escribir en Internet con ese nick como experimento literario; corría el año 1997 cuando decidí que el grupo de noticias de Usenet es.humanidades.literatura podía servir como escenario para mi performance... Y me tiré actuando varios años seguidos.

A ver. Hay muchas maneras de mentir en Internet. Puedo decir que peso 80 Kg, por ejemplo. La Estrella Granate de Herschel es pequeña al lado de semejante bola. O puedo decir que, EMHO, los británicos son unos putos aguafiestas y los saboteadores de Europa. Igual es verdad que lo son, pero... ¿es verdad que opino eso? Y aunque realmente opinara eso, ¿no podría ser mi indignación una impostura? Igual, en realidad, me importa un pito. Igual sólo pretendo que parezca que Jean Mallart opina que los políticos británicos intentan sabotear la "construcción europea" (sea eso lo que sea, seguro que Jean lo sabe).

Yo actúo en plan sapiens cum libro muchas veces, pero se supone que Jean Mallart es mucho más profundo y empollón que yo. Es un "jodío" sabelotodo. No tiene que consultar cinco manuales para disertar con autoridad de la filosofía y la estética posmoderna, por ejemplo. Jean Mallart no tiraría de Google para averiguar el nombre de una estrella supergigante con la que comparar la magnitud de sus patrañas.

La Estrella Granate de Herschel es una de las mayores que se han descubierto, es cierto. Pero cinco minutos atrás yo no tenía ni idea de su existencia. He dicho una verdad, pero en el fondo he sido un falso al dar a entender que sabía de qué estaba hablando.

Además, aunque fuera sincero, quizá en unos meses cambiase de opinión, lo cual es muy legítimo. ¿Se me podrían echar en cara mis antiguas opiniones?

Parece que cambiar de opinión está mal visto, cuando en realidad es señal de agilidad intelectual. (Siempre que el cambio de opinión se produzca a través de una reflexión racional, tras un examen atento de los datos disponibles..., no por capricho, cobardía o soborno.)

El caso es que Internet no sirve como «acta notarial» en materia de opiniones. Qué más da si digo que me gusta Duran Duran (¡eh!, ¡lo retiro!, ¡estaba de coña!). Las cosas cambian y hay quien tiende a cambiar con ellas. Nada es eterno.

A lo que voy: Tomarse en serio lo que cualquiera opina en Internet es, como mínimo, arriesgado. Tomarse en serio lo que yo escribo, lo aviso desde ahora, es un error. ¡No me hago responsable de lo que digo! La clave, ya veis, está en ser un sinvergüenza. :-D

Así que precaución, amigo navegante; no te dejes engañar; si compras mis figuras falsas de «Star Wars» made in China y prefieres pensar que son auténticas, allá tú. Yo ya te he dicho lo que hay.

Hechas estas aclaraciones, reanudo mi experimento literario.