5.11.08

Un chico de buena familia


Ayer, con la crisis en mente y sin saber aún el (esperado) resultado de las elecciones a la presidencia de los EE.UU. de América, recordé la historia de dos de mis bisabuelos, el padre de mi abuelo paterno y el padre de mi abuela materna. Homenajeando a Thomas Mann, suelo pensar en ellos como ur-Piñal y ur-Wasse.

La historia de ur-Piñal me enseña que no importa lo bien que te vaya, lo rico que seas, el poder que tengas... al final puedes perderlo todo (o casi) en un santiamén y caer en desgracia, prácticamente de un día para otro (sobre todo si te empeñas en que ocurra). Por el contrario, la historia de Ur-Wasse me enseña que no hay que rendirse. No importa lo mal que te haya ido, la fortuna que hayas dejado de poseer, que lo hayas perdido todo (o casi)... Mientras hay vida hay esperanza; puedes recuperarte y volver a ser feliz (si te empeñas en ello).

La historia de ur-Piñal la contaré otro día. Hoy me interesa contar la de ur-Wasse.

Robert Wasse nació en Doullens, unos 30 km al norte de Amiens, que es donde vio la luz mi madre. Para quien no lo sepa, en Amiens vivió Jules Verne, el famoso autor de novelas de aventuras y ciencia-ficción. Además, Amiens es famosa en Francia por su impresionante catedral gótica. Y cuando digo impresionante no lo digo por decir.

Pues bien, los padres de mi bisabuelo Wasse, o sea, ur-ur-Wasse y señora, eran gente de pasta. Comerciantes acomodados, poseían una cadena de tiendas de menaje y alimentación. A ur-ur-Wasse le gustaba decir que sólo era un humilde tendero, pero su mansión, su automóvil y las pieles de su señora decían otra cosa.

Entonces nació Robert y, pum, la primera en la frente: Madame Wasse murió en el parto.

Aunque sin madre, Robert fue criado en la abundancia, exquisitamente alimentado, nunca le faltó un juguete y tuvo una educación estupenda. Ur-ur Wasse tuvo el buen sentido de no culpar a su hijo por lo ocurrido: lo quiso y se ocupó bien de él.

Aquí vemos a Robert, hacia 1900, con dos de sus juguetes favoritos:


Cuando Robert tuvo edad para trabajar, su padre le colocó en una de sus tiendas. La idea es que el chaval conociera el negocio antes de heredarlo algún día. En aquel momento parecía lo mejor. Aprendió a trabajar duro, y las perspectivas de futuro dentro de la empresa familiar eran halagüeñas.

Entonces a un serbobosnio de los cojones se le fue la mano (negra) y empezó la Primera Guerra Mundial. Y el joven Robert marchó al frente.


Esta foto es, creo, del verano de 1915. En su mirada se nota ya, a pesar de su juventud, que ha visto de cerca los horrores de la guerra. No voy a hacer ahora un repaso de cómo fue la cosa en las trincheras del Somme; creo que su mirada lo resume bastante bien.

Los alemanes utilizaron armas químicas, como es sabido. Si os fijáis, en la foto sale con su máscara antigas en una mano. Aún así, sus pulmones quedaron afectados. Pero sobrevivió.

Su padre, en cambio, murió durante la contienda. No sé cómo ocurrió, pero mi novelesca imaginación me hace ver el negocio yendo de mal en peor a causa de la guerra, con los empleados en el frente, sin suministros, etc. Su negocio hundido, su único hijo metido hasta el fondo en uno de los fregados más peligrosos de la Historia... Veo a un hombre con el corazón hecho polvo, sin esperanza alguna... excepto, quizá, la de reunirse pronto con su esposa.

Cuando la guerra terminó, Robert llegó a una casa vacía. Sus tíos y sobrinos, siempre envidiosos de la posición de su padre, se lo habían llevado todo. La mansión era casi una ruina, el jardín que ur-ur-Wasse había convertido en huerto, abandonado y salvaje. La pasta se había esfumado. No quedaba nada.

Durante la guerra Robert perdió a su padre, perdió su casa, perdió su herencia, su negocio y su salud pulmonar. Pero no se acojonó. No había pasado por la enorme matanza de la batalla del Somme para rendirse ahora.

Se buscó un oficio. Aprendió carpintería. Se especializó en el tapizado de muebles. Un empleado de los ferrocarriles se fijó en él y lo contrató. Conoció a una chica, María. Se enamoraron. Se casaron. Tuvieron una niña, Émilienne. Eran los felices años 20.

Mardi Gras, 1925. De izquierda a derecha: Robert, un amigo travestido, Maria travestida, otro amigo.

La crisis de los años 30 no le afectó demasiado; tenía su oficio y un puesto en una empresa bastante fuerte. Las compañías ferroviarias privadas se fusionaron en 1938, dando lugar a la pública SNCF. Trabajo fijo y de por vida, la hija recién casada... Todo iba bien. O casi todo.

El flamante marido de Émilienne, Albert Mallart, tenía que haber vuelto ya de la "mili", pero volvía a haber ruido de sables en Europa, y los mandos no acababan de decidirse a licenciar a los soldados del último reemplazo... En sus cartas, contaba Albert que no querían soltarles y que la cosa en el cuartel estaba que ardía. Los mandos olían el motín, así que les quitaron las armas y las guardaron bajo siete llaves en el polvorín.

Entonces, Hitler invadió Polonia. Inglaterra y Francia declararon la guerra a Alemania. Etc.

Se volvió a liar parda, los alemanes entraron en Francia, llegaron al cuartel donde Albert estaba encerrado y lo tomaron sin la menor oposición. Las armas no habían salido del polvorín, los soldados franceses no pudieron defenderse. Albert tenía un mosqueo del copón, como os podéis imaginar. Y se lo llevaron prisionero a Alemania, donde pasó los siguientes cuatro años. El mosqueo le duró más de medio siglo. «Ah, les sales boches!»

Émilienne estaba desconsolada; imaginaos el percal, embarazada, con su marido prisionero de los alemanes. Pero ur-Wasse, con la empresa que le daba de comer confiscada por el Tercer Reich de los cojones, su país ocupado por los nazis, su yerno en un campo de prisioneros subsistiendo a base de caldo de kartofen... Estaba tan tranquilo. Él lo tenía claro: mientras hay vida, hay esperanza, hay una oportunidad para luchar, luchar para seguir viviendo, vivir para ser feliz algún día. Hay que echarle ganas. No te puedes acoquinar.

Durante la guerra Émilienne y Albert lucharon (cada uno a su manera, con los recursos de que disponían: con habilidad e ingenio) y sobrevivieron. Carecían de casi todo, pero tenían esperanza. Estaban vivos. Lucharon por seguir vivos. Formaron una familia, dieron vida a Eliane, a Monique, a Annick (mi madre), a Alain y a Brigitte. Y no fueron ricos, pero fueron felices.

Ahora tenemos una crisis encima. Mucha gente lo está pasando mal. Pero no es el Somme, señoras y señores. No tenemos a los nazis aplastándonos con su bota asesina, sólo a Pilar Urbano. Y Obama ha ganado las elecciones.

¡Arriba esos ánimos, carajo!

22.7.08

Por fin una buena noticia


¡Coño, ya era hora! Por fin han cogido al hijo de la gran putísima de Radovan Karadžić. ¡Bien!

Eso, "¡Bien!", es lo que se me escapó en voz bastante alta anoche cuando me enteré de la noticia, en la duermevela que precede al sueño, con el contador del sleeper a punto de llegar a cero en mi radio-despertador. Me salió del alma, eché el puño al aire en la oscuridad y me acordé de mucha gente del Tercio, del loro de la segunda compañía, bautizado "Ratko" por el otro cabrón --que aún sigue libre pero al que espero que pillen también, cuanto antes mejor--, y de ahí al pobre señor Vicens, al calvario del cabo Cornile, a los tatuajes... Coño, cómo me costó pillar el sueño.

No quiero aburriros con historias de la mili. Ya todos sabéis lo putas que son las guerras. Yo tuve la suerte de no haber tenido que vivir aquella (por los pelos). Pero es que estos dos malnacidos son de lo peor que ha pisado Europa desde los nazis. Los que volvieron me contaron tantas cosas...

Jo, cómo me alegro de que por fin hayan cazado al Radovan. ¡De puta madre!

26.6.08

Stagflation (V)


Vamos con los errores del Gobierno, que no todo es externo en esta crisis. Empezaremos con los despilfarros presupuestarios.

Hay un detalle en toda esta historia que se está repitiendo bastante en los últimos días a raíz del estallido de la burbuja estanflacionista. El famoso “cheque Zapatero”, entre otros alardes demagógicos a costa del erario público, destaca claramente. Su impacto sobre la inflación se dejará notar negativamente.

En principio, aún así, este impacto podría ser más limitado de lo que muchos piensan. Según un estudio sobre el que informaba “Expansión” en enero, resulta que sólo se van a beneficiar de la prometida deducción de 400 euros del IRPF la mitad de los contribuyentes. Concretamente, 8.230.000 se beneficiarían de la deducción de manera íntegra. Teniendo en cuenta que hay otro pastón que se reparte en porcentajes menores del 100% a otros contribuyentes, una simple multiplicación nos da 3.292.000.000 €, casi tres mil trescientos millones de euros que se podían haber invertido en mejorar el tejido productivo y favorecer la investigación y los medios educativos; dinero que, en cambio, irá a parar a la clase media-alta del país para que no tenga que apretarse el cinturón, dejar de ir al cine y tal. Porque esa es otra: la clase media-baja no se va a ver beneficiada.

Lo malo es que es la clase media-alta la que más consume, sobre todo productos con alto valor añadido que son los que hacen funcionar la economía, y el impacto inflacionista de ese dinero de más circulando por nuestro mercado será mayor que si se hubiera repartido de acuerdo a los principios de justicia social tradicionales del socialismo, cosa que por supuesto no ocurrirá según el sistema propuesto para pagar el famoso “cheque”, según el estudio aludido en el mencionado artículo de “Expansión”, que os recomiendo leer.

Así que da igual, sólo que encima los más pobres sufrirán más.

El daño es doble: por un lado, al aumentar artificialmente el dinero en circulación, se genera más inflación. Esto es economía de bachillerato. Pero además es dinero que se deja de invertir en políticas activas. Si hubiesen escuchado a Solbes, esto no habría pasado; es un desastre. ¿Para qué nombras a un tío vicepresidente económico y ministro de Economía si luego vas a pasar de él a cada rato? Es una irresponsabilidad. Ahora la vicepresidenta De la Vega se ve obligada a comprometer su prestigio protegiendo como puede a Zapatero: justificando las tonterías que ha hecho y dicho, su credibilidad decae en cada declaración.

Ya el año pasado, varios meses antes de las elecciones y mucho antes de llegar a esto, algunos analistas advertían de lo que podía ocurrir (un buen ejemplo aquí). Es una lástima que sus advertencias cayeran en saco roto.

23.6.08

Stagflation (IV)


He querido esperar un poco a ver cómo evolucionaba la cosa para seguir con este asunto. Pero ahora por fin Zapatero reconoce datos y estimaciones de crecimiento que no tenían nada que ver con lo que se nos vendía en febrero, datos y estimaciones aún peores de los que yo pensaba que podía haber para este año.

Recordemos: stagflation es el nombre que los anglosajones dan a una situación de crecimiento inferior al 3% unida a un aumento de la inflación y el desempleo. Cuando empecé esta serie en febrero no nos encontrábamos aún en esta situación, pero casi. Ahora ya estamos metidos hasta bastante más arriba de las rodillas, y el agua helada de la recesión amenaza con llegar a nuestros cataplines económicos.

Zapatero acaba de reconocer —sin hablar de crisis ni, por supuesto, de stagflation, sino de “ajustes” (eufemismo neoliberal que me toca bastante las narices como hombre de izquierdas que soy)— que el crecimiento del PIB en 2008 será inferior al 2%, rebajando por enésima vez la última previsión oficial, del 2,3%, ya en valores teóricos de stagflation.

Además, los precios no han dejado de subir. Es más, están peor de lo que podrían haber estado, “gracias” a la última huelga de transportes que, aunque minoritaria, ha causado un montón de problemas, no sólo en el aumento de los precios sino también en el empleo.

En la celebración del Día Internacional de los Trabajadores, el Primero de Mayo, tuve la satisfacción de ver que los principales sindicatos, UGT y CCOO, tenían las cosas claras. Prácticamente repitieron palabra por palabra el contenido de mis tres entradas anteriores sobre este tema.* Pero sus palabras cayeron en oídos sordos.

Ahora ya es tarde para políticas de apoyo; no habrá dinero para ellas. Tendremos que pasar las vacas flacas sin apoyo del Estado. Lo malo es que esto no parece ajeno a algunos dirigentes del PSOE (que no socialistas) como el actual ministro de Industria, Miguel Sebastián. Hasta Zapatero dice lo de “salir fortalecidos”. La idea es que cuanto más jodida sea la crisis, mejor para el país, porque así sobrevivirán los más fuertes y a la postre la economía será más resistente. Algo así como el hueso que se rompe y, al soldarse, queda más fuerte que antes. Una auténtica vergüenza para gente que dice ser socialdemócrata.

En fin, ya no estamos, como en febrero, al borde de la stagflation. Estamos claramente en esa situación. Estamos en crisis.

¿Por qué esta fobia del Gobierno de Zapatero a la palabra “crisis”? Describe perfectamente la situación actual y no se corresponde ni es sinónima de la desgraciada “recesión”, que es lo que sigue a una crisis cuando ésta se resuelve mal. Prefieren hablar de “situación de dificultad”, que no es más que una perífrasis mojigata. Una de las entradas del diccionario de la RAE define crisis como “Situación dificultosa o complicada”, y todas las otras abundan en eso, con matices como la brusquedad del cambio que da lugar a esa situación o el carácter decisivo del momento de cambio para resolver la situación de desequilibrio, ya sea para bien o para mal.

¿Es demasiado tarde? No. La recesión todavía se puede evitar, o por lo menos hacer que pase lo más rápidamente posible y sin arruinar muchas familias ni generar muchos indigentes. Sólo espero que los gobernantes presuntamente socialistas tengan el sentido común de abandonar esa mierda neoliberal sobre “resurgir de las cenizas”, recuerden a tiempo quiénes les votan, y se pongan a currar. Más trabajar y menos tomarnos el pelo.



* Aunque más tarde, este mismo día, he escuchado a Fidalgo en la SER con los pantalones medio bajados, eludiendo la discusión sobre los eufemismos reiteradamente utilizados por el Gobierno y hablando él mismo de “ajustes”. ¡Échale huevos, hombre! De Comisiones tenías que ser.



Stagflation (I)
Stagflation (II)
Stagflation (III)

17.3.08

Poemas para el viejo Jean


A F. M. Fuentes Lorenzo


1

luego lloraré: depresión post parto
tras cagar el último verso
de mi último poema onanista,
primero de un nuevo hatajo
de alevosas verdades pergeñadas
para acentuar la diferencia entre nosotros,
ego obsoleto y odiado, lastre fatal.

porque no puedo soñar y vivir me da pereza,
y ser espectador empieza ya a cansarme;
sólo, yo solo, puedo hacer esto y es poco:
una paja en verso; la poesía como espasmo...

pues soy un impotente literario,
¡y el remedio es tan caro!


2

he olfateado la mierda de otros, como un perro,
buscando el rastro de mi arte extraviado.

mi único trofeo, una fétida imitación.

como una bombilla, que apagada
muestra la porquería que la cubre,
aniquilada, mi poesía se descubre...
y no es lo que yo pensaba.


3

eclipses y novas turnándose en mis sesos,
y lejanas arcadas como ladridos de perro viejo.
un largo latido, duro y seco,
y una ristra de poemas amarillos
brota con el jugo exprimido de mis ojos, desnudos y azotados...

pero en mi garganta, como un sapo, se ha quedado prendido
el último verso.

¡un poco más, maldito!, para eludir la asfixia.

(debe de ser esto
el famoso síndrome del poeta agotado)

23.2.08

What if you slept?


—El soñador se sumerge en sus pesadillas
como una guajira en busca de perlas.
Emerge al despertar, mojado y jadeante,
con un gemido ansioso al volver al aire.

—¿Y cuando emerge deja de soñar?

—Creo que sí. Son corrientes, sin embargo, los planteamientos contrarios: ¿Cuándo dejamos de soñar? ¿Soñamos, quizá, que vivimos? Hay quien cree esto; yo no. “Decir que sueño es engaño; / bien sé que despierto estoy”, como dice Segismundo en “La vida es sueño”, de Calderón de la Barca. Pero antes de comprender que no soñaba, decía Segismundo: «¿Qué es la vida? Una ilusión, / una sombra, una ficción, / y el mayor bien es pequeño; / que toda la vida es sueño / y los sueños, sueños son.» Y si es así, ¿qué mas da?

A veces, en el sueño, las vivencias pasadas se hacen presentes; memoria viva es el sueño entonces. Y otras veces, el recuerdo de las cosas vividas nos parece algo soñado. Esto Machado (Antonio) lo expresó como pocos.

Coleridge escribió una vez:

«¿Y si durmieras? ¿Y si, en tu dormir, soñaras? ¿Y si, en tu sueño, fueras al paraíso y cogieras allí una rara y hermosa flor? ¿Y si, cuando despertaras, tuvieras la flor en tu mano? Ah, entonces, ¿qué?»

Si esto me ocurriera, supongo que acabaría creyendo que el sueño continúa eternamente: un sueño dentro de otro sueño; tal vez, al cabo, soñado por algún otro, alguien que sueña eternamente el universo. ¡Menos mal que no me ha pasado! :-) Es muy fácil dejarse llevar por la fantasía, pero hay que pensar las cosas con detenimiento. La locura está a la vuelta de la esquina; hay que andar con cuidado por los callejones de la imaginación.

12.2.08

Stagflation (III)


El paro es un factor de stagflation, como decía; paro + inflación + estancamiento = stagflation.

A finales de enero, todos los periódicos abrieron sus ediciones con la misma noticia: 2007 ha sido el primer año desde 2003 en cerrar con un aumento del paro, cifrado en 117.000 personas, que sitúa la tasa de desempleo en el 8,6%, casi dos millones de parados.

Es verdad que la tasa de paro no es para tirarse de los pelos, sigue por debajo del 10%. Cualquiera que haya vivido la década de los ochenta recordará cifras mucho más escalofriantes. Pero, como decía en anteriores mensajes, este ligero aumento del paro (de sólo tres décimas respecto al 2006) llega en un momento delicado, con las familias endeudadas y los precios en constante alza en las áreas que más las afectan: alimentación y energía, y un crecimiento del PIB al borde del estancamiento.

Es necesario atajar el problema rápidamente, antes de que la situación financiera se vuelva realmente complicada. Más paro significa, en esta situación, más morosidad, menos consumo y más problemas de todo tipo.

Intentemos seguir la línea de pensamiento de un ciudadano de centro-izquierda medio. El ciudadano de centro-izquierda medio, aunque crea otra cosa, es en el fondo un conservador, y se vuelve más conservador cuando la situación presenta dificultades; es un instinto que tenemos los humanos.

«Quizá el supuesto problema de la inmigración se resuelva solo», piensa este ciudadano, «por la crisis del sector inmobiliario. A menos construcciones, menos trabajo, pero, ¿quién ocupa esos trabajos? La mayoría de los peones son extranjeros. Quizá se vuelvan a casa o se vayan a otro país si no consiguen encontrar trabajo aquí. Esto resolvería también el problema del paro. Dos pájaros de un tiro. Realmente Zapatero lo está haciendo de maravilla.»

Las cosas no funcionan así.

Los inmigrantes no aportan sólo fuerza de trabajo a la economía; también gastan. Cierto que, por lo general, buena parte de sus ingresos van a parar a sus países de origen, pero el sector de la alimentación, la energía y las comunicaciones se han visto favorecidos por estos nuevos clientes. Por supuesto, se benefician de nuestro sistema de salud, pero no olvidemos que aportan un montón de millones de euros a la Seguridad Social; el argumento de las mamografías que exhibía hace unos días, indecentemente, Cañete, no tiene ningún valor. De hecho nos hacen más daño los ricos británicos y de otros países que vienen a operarse a España sin aportar nada a nuestro sistema de salud; esos sí que sobrecargan las listas de espera.

Si los trabajadores extranjeros se van, podemos decir adiós al crecimiento del PIB y al superávit de las cuentas públicas.

Lo que hay que hacer es reconducirlos a la industria. Así seguirán constituyendo un factor de crecimiento, seguirán aportando a la Seguridad Social y se evitarán algunos problemas que preocupan a los potenciales xenófobos, como los relacionados con la integración y la seguridad, por ejemplo (aunque lo cierto es que las cifras reales de implicación de inmigrantes en la comisión de delitos no tienen mucho que ver con la percepción del público). Pero para eso el gobierno tiene que tener una política industrial valiente que genere empleo en el sector secundario, cosa que en estos cuatro años ha brillado por su ausencia.



Stagflation (I)
Stagflation (II)
Stagflation (IV)

5.2.08

Stagflation (II)


El estancamiento se define como un crecimiento inferior al 3%. Ahí andamos. El Ministerio de Economía y Hacienda dice textualmente que «El crecimiento del PIB será de un 3,1% en 2008, un 3% en 2009 y alcanzará el 3,2% en 2010». Parece una cosa buena, pero no es un crecimiento como para echar cohetes, ni mucho menos.

La inflación crece claramente en áreas fundamentales: energía y alimentación. El petróleo y los cereales no paran de subir. China con su consumo y Bush con sus guerritas de mierda están teniendo bastante que ver, claro, pero el caso es que dependemos demasiado del petróleo y del ladrillo, y así nos va.

El gobierno tenía que haberse puesto las pilas para minimizar estos efectos nada más llegar al poder, pero las medidas anunciadas en su programa electoral de 2004 (inversión en I+D+I, particularmente) no han tenido la fuerza necesaria.

El PP, partido al que eso de la inversión pública no le mola nada, aprobó un Plan de I+D+i bastante ambicioso meses antes de las elecciones. Le veían las orejas al lobo. Reaccionaron bastante tarde pero al menos reaccionaron. Entonces les pilló el toro electoral.

Lo malo es que el PSOE no retomó la cosa con la fuerza que necesitaba España. Cuando el PP había anunciado un gasto del 1,22% del PIB en I+D, en noviembre de 2004 todavía era del 1,10%; el Plan del gobierno del PP preveía un 2,1% para 2005 que, con el gobierno del PSOE, se quedó en un 1,11%. Ahora es del 1,05%.

Ahora Zapatero se compromete a dedicar un 2% para 2010, cuando el plan del gobierno del PP contemplaba un gasto del 2,5% en 2007. ¡Es totalmente insuficiente!, ya teníamos que estar en un gasto superior al 2,5% y estamos peor que hace cuatro años.

Esto último me duele especialmente, como hombre de izquierdas, porque el programa electoral del PSOE decía textualmente:

«Igualmente, se ha producido un abandono de la inversión en I+D+i, que ha traído consigo la interrupción de la trayectoria de convergencia del stock de capital tecnológico de España hacia el promedio de la Unión. Como consecuencia de esta falta de compromiso, el desfase tecnológico respecto a la UE en ciencia e innovación continúa aumentándose. España se sitúa a la cola de Europa de todos los indicadores de inversión en capital tecnológico.»

Y también:

«Planteamos la necesidad de elaborar un Plan Estratégico en materia de I+D+i desde el consenso y la participación de los agentes económicos e institucionales, para equipararnos a los niveles medios de la UE, a través del fomento de la inversión privada, la creación de infraestructuras y servicios de apoyo y una adecuada política científico-tecnológica.»

Convergencia con Europa en I+D+i que no se ha producido; el gasto medio en Europa en I+D+i es del 1,93%, claramente superior (pero, todo hay que decirlo, muy por debajo del objetivo del 3% que estaba previsto para 2010 y que, a este paso, no se va a cumplir, en parte por culpa del gobierno de Zapatero; tendremos suerte si llega al 2,2%; Japón invierte en I+D+i el 3,15% de su PIB).

Así no hay quien supere la dependencia del ladrillo.


[Seguiremos con este repaso a la “desaceleración”, el aumento de la inflación y el desempleo en próximos mensajes.]



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Stagflation (I)


Comprendo la postura del gobierno de España, con las elecciones generales tan próximas, en lo referente a la economía. Se esfuerzan en quitar hierro a los datos de empleo y crecimiento, dicen que no es para tanto, que España sigue creciendo pero a un ritmo menor. Uno tiende a pensar que lo hacen para tranquilizar a la gente, de modo que las cosas no empeoren: Las crisis de confianza salen caras. Y tiene sentido. Pero...

Además, la oposición se está cebando y exagerando a más no poder, a mi juicio de manera bastante irresponsable, diciendo que esto es un puto desastre y que nos espera una catástrofe económica si Zapatero sigue en la Moncloa. Tampoco es eso.

Pero hay que tener las cosas claras.

A uno, aunque no es economista, le calaron hondo los fundamentos de Economía que estudió en el bachillerato. Siempre me ha interesado el tema y he procurado estar al día. No me pierdo los boletines radiofónicos de información económica y procuro estar al día de las cuestiones de fondo a través de la prensa. Desde luego, no soy un experto, pero estoy mejor informado que la mayoría de los españoles, eso seguro.

Escribo esta entrada porque me he percatado de que algunos medios, más o menos afines al gobierno (o, más bien, contrarios al PP) están ayudando al gobierno en la tarea de maquillar la verdad del estado de nuestra economía. El otro día lo hizo Iñaki Gabilondo* y me dio un poco de pena. Y no puede ser. Hay que decir las cosas como son, aunque se acerquen las elecciones. **

Estamos en un momento delicado, con un crecimiento bordeando el 3%, la inflación bastante disparada y pérdida de empleo. Las causas son lo de menos, lo jodido es la combinación. El gobierno puede consolarse pensando que en buena medida las causas de esta situación son externas, y debería hacer hincapié en ello, pero también tiene su parte de responsabilidad: no puso freno a la ladrillo-economía que nos legaron los incompetentes del PP, no recondujo las cosas hacia la industrialización y la mejora tecnológica que tenían que haber sido su prioridad (la cosa se veía venir desde 2003 aproximadamente; subieron al poder en 2004 y lo que han hecho es insuficiente en ese sentido). Es verdad que el IPI ha mejorado, pero no con la fuerza que debería haberlo hecho. Si el gobierno se hubiese esforzado más en potenciar el crecimiento industrial, otro gallo nos cantaría. Pero no lo ha hecho, el IPI sigue bastante por debajo del 3%. Y eso está en su debe.

Los mejores economistas del mundo son norteamericanos; lo malo es que los peores también lo son y los ciudadanos de ese país se empeñan en poner a los segundos al mando en cuanto los primeros consiguen solucionar la papeleta. Pero bueno, el caso es que los economistas americanos tienen una palabra para lo que nos pasa. Lo llaman “stagflation”, un neologismo obtenido al combinar las palabras “stagnation” e “inflation”, “estancamiento” e “inflación”.

La “stagflation” se caracteriza por una desaceleración brusca del crecimiento del PIB, hasta niveles inferiores al 3%, aumento del paro y aumento de la inflación.

En agosto de 2007 empezaron a torcerse las cosas hasta conducirnos al borde de esa situación justo antes de unas elecciones generales. También es mala suerte. Pero este hecho es muy importante tenerlo en mente a la hora de escuchar a unos y otros. Nadie va a decir la verdad. Yo lo voy a intentar en una serie de entradas sobre el tema.



* En Cuatro.
** Actualización de junio: En honor a la verdad, hay que decir que la radiofónica Cadena SER, tertulias aparte, ha venido diciendo las cosas con bastante claridad, al menos en sus espacios de economía, algo que les honra. Hice ese comentario pensando en ciertos comentaristas e invitados de las tertulias (y no me refiero a Aguilar, Carnicero o Ramoneda, que han seguido tan lúcidos y críticos como siempre) y sobre todo en Iñaki Gabilondo, que se destacó por repetir casi palabra por palabra las tesis del gobierno.



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